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domingo, 8 de agosto de 2010

La primera sesión…

Le conozco poco como Amo, le conozco mucho como persona; quiero decir le he hablado, pero le he sentido a lo lejos… Pero sé que es intenso. Ha invadido poco a poco mi alma, y ahora va a invadir mi cuerpo. Quiero ver sus ojos brillando por la satisfacción de poseerme.

Estoy desnuda, atada en aspa. Lentamente mi pulso, el de todas mis venas se va haciendo suyo y late al compás de sus pasos mientras se acerca a mí. Tiene una rosa negra en la mano, cierro los ojos, noto las espinas en mi vientre, en la piel, deslizándose, camino de mi entrepierna. Me ordena que cierre los ojos. No quiero obedecer porque quiero verlo, pero los cierro y noto el suave tacto de los pétalos en mi sexo. El pulso se acelera…. Lo percibo latiendo en mi pubis, en mis manos, en mis sienes, en mi pezón derecho. Mientras me pregunto si se acordará de aquel detalle que le conté, noto sus dedos retorciéndolo… dolor, placer…

Eres mía, me dice al oído, mientras su mano estruja mi teta derecha, y ahora ya no quiero abrir los ojos, quiero abandonarme a las sensaciones que percibo mejor con los párpados así. Como si me hubiera leído el pensamiento me colocó un trozo de tela como de raso, impidiéndome ver. Y como a una ciega, los otros sentidos se abren… el olfato, pudiendo oler su presencia, su piel, su cercanía… el oído, oyendo sus pasos, su respiración, sus latidos, su voz, … el gusto, saboreando el aire, su lengua, y el tacto… toda mi piel es mi tacto, mi tacto estremecido.

Y me posee, y me entrego. Y me usa, y me entrego. Y le siento mi Amo, y me entrego… ¿ Qué otra cosa más puedo hacer ? Entregarle lo poquito que soy.
No sé lo que veré cuando me quite la venda, pero me dice mi sangre que será su sonrisa.